FULGOR DE PRISMA
UCRANIA Y SU
INTERÉS PARA BOLIVIA
*por
José María Cabrera Dalence
Vassily
Nebenzia; embajador de Rusia ante la ONU y exponente de
la old school de la diplomacia rusa, tuvo que abandonar notablemente
molesto la inacabada sesión del mismísimo Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, donde inesperadamente, Estados Unidos, había logrado por diez votos a
favor, tres abstenciones, y dos negativas, poner en discusión y debate público
las razones para el gran desplazamiento de tropas y armamento de parte de la
segunda potencia militar del mundo, la poderosa Rusia, a su frontera con su
débil vecina, Ucrania.
Al tiempo que el embajador ruso se
levantaba del codiciado asiento permanente que su país ostenta en el
Consejo, el propio Presidente de EUA, Joe Biden, emitió un comunicado de prensa
desde Washington, anunciando estar “listos pase lo que pase”, si es que “Rusia
elige alejarse de la diplomacia y atacar a Ucrania”.
Estos sucesos, de altísima
relevancia en la geopolítica mundial y que comprometen territorios literalmente
en el otro lado del mundo, ¿interesan también y deben preocupar a Bolivia, y al
rol que debe desempeñar su Cancillería?
Posiblemente la respuesta a
priori podría ser negativa, puesto que en dicho conflicto son las primeras
y más grandes potencias mundiales las que se enfrentan, utilizando para ello
sus mejores y más potentes armas diplomáticas y militares.
Sin embargo, en el escenario del
mundo actual, el avance del multilateralismo ha permitido que los demás países
de la llamada comunidad internacional, y no solo las grandes potencias,
intervengan con incidencia en el manejo de las diferentes crisis de la política
mundial, y en ese marco le correspondió ya a Bolivia en los años 2017 y 2018,
ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, e incluso dirigir y moderar
en ejercicio de la Presidencia rotativa de dicho organismo, la discusión y
manejo que en su momento la ONU tuvo que afrontar con relación a la guerra
civil en Siria, y que también comprometía los intereses geopolíticos de EUA,
Rusia y las demás potencias.
Ser una nación libre y soberana no
solo significa reivindicar la no injerencia en asuntos internos de tu propio
país, sino también involucrarse, activa y responsablemente, en el devenir de la
política internacional, ya que ésta, indefectiblemente, forja el orden mundial
que termina dictando las posibilidades reales para que la humanidad toda,
incluidos nosotros los bolivianos, podamos vivir y lograr nuestro ansiado
desarrollo, sin violencia, guerra, ni injusticia.
Es de interés de Bolivia, que en el
manejo de la crisis en Ucrania, no prevalezca el abuso y voluntad unilateral de
la nación con el ejército más fuerte, sino que más bien se respete el principio
de integridad territorial de los Estados, la Soberanía plena de los países, que
se observen y respeten todas las normas del Derecho Internacional y que los
Organismos Internacionales sean eficaces en la contención de la fuerza militar
o económica de los Estados como medio para la resolución de sus conflictos, y
no se tenga un retroceso internacional hacia el derecho a declarar guerras de
agresión ya proscrito por la Carta de las Naciones Unidas.
Tanto interesan a Bolivia la preservación de
estos aspectos, que su gran interés nacional, cual es su centenaria
reivindicación marítima, dependen del mantenimiento y desarrollo de la majestad
del Derecho Internacional y del multilateralismo; y es por ello que nuestra
Cancillería, emulando los eficaces votos emitidos por Méjico y Brasil en el
Consejo de Seguridad en el que ahora mantienen asientos por Latinoamérica, y
que apoyaron la moción de discusión a la que se negaron solo Rusia y China,
concurra asertivamente para evitar a toda costa que en el escenario
internacional una nación más poderosa que otra, se llame como se llame ésta,
actúe con abuso y arbitrariedad en contra de una más débil, y es en esa
dirección, y no en otra, que todos los bolivianos esperamos sea conducida
nuestra política internacional.
* Constitucionalista,
Profesor de Derecho,
y ex Procurador General del Estado
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