EVO, EL APOSTADOR
por José María Cabrera Dalence *
La
historiografía suele bautizar a los Reyes de las distintas épocas, con algún
adjetivo calificativo que los distinga. Juan sin tierra de Inglaterra y
Fernando el deseado de España, son solo algunos ejemplos de ello.
Evo
Morales, muy a pesar suyo, no es Rey; pero sin duda alguna es el Presidente de
Bolivia que más tiempo ha desempeñado el cargo y ello no obstante las sucesivas
prohibiciones constitucionales, acumulando así ya más de doce años en el poder.
En su gobierno
sustituyó azarosamente la Constitución, terminó de concretar la apropiación
para el Estado de gran parte de la renta gasífera, trasladó el Palacio Quemado
al elefantesco Edificio que llamó Palacio del Pueblo, fue derrotado en un
Referéndum para posibilitar su tercera reelección, pero, por sobre todas las
cosas, fue el Presidente que llevó ante la Corte Internacional de Justicia de
La Haya a Bolivia, donde el país perdió de manera trepidante, las cruciales
batallas jurídica y diplomática por la recuperación de su soberanía sobre el
Pacífico.
En
virtud del Fallo proferido, Chile se encuentra ahora en una posición ideal e
inmejorable ante Bolivia y el resto de las Naciones del mundo, sin deber nada a
absolutamente nadie, y en contra partida Bolivia más alejada que nunca de su
objetivo marítimo.
Las
consecuencias de un Fallo desfavorable, como también para el caso de la
victoria, eran perfectamente conocidas por él cuando tuvo que considerar la
presentación de la Demanda, momento en el cual el Presidente tomó la decisión propia
de un verdadero apostador: correr el grave riesgo de perderlo todo o ganarlo
todo.
Y
es que Evo es así, pues el 2008 apostó nada menos que la misma unidad del país,
llevándolo ante el serio peligro de una secesión, el 2012 apostó también por
intentar someter por la violencia la reivindicación indígena por la conservación
de sus propios territorios en el TIPNIS, viéndose luego desbordado por la
fortaleza de indígenas y la indignación popular, en suma, el estilo de éste
gobernante, ha sido siempre un arriesgar demasiado, para intentar ganarlo todo.
Así,
la calamitosa derrota en La Haya, no ha sido más que el resultado de una de las
últimas apuestas de Morales, quien no sabe medir las consecuencias de sus
decisiones.
Aún
sigue dentro de su baraja, la apuesta que ha hecho por su cuarta reelección, la
cual decidió intercambiar con el sacrificio de los supremos valores de
Supremacía constitucional y Soberanía Popular; teniendo enfrente de su juego a
los bolivianos y bolivianas que saben lo que ahora sigue en juego; ya no el mar
boliviano, sino la propia Democracia de Bolivia.
Evo
Morales Ayma, pasará sin duda a la historia de Bolivia como un apostador
intrépido y temerario, que no es capaz de medir las consecuencias funestas de
su desmedida ambición personal, que fue la que lo impulsó a tomar la decisión
de presentar ante La Haya el destino de muerte o de gloria del mar boliviano, y
que también lo inspiró en su decisión de desconocer el Referéndum del 21F y el
Artículo 168 de la Constitución, que son los que le prohíben la posibilidad de
acceder a una cuarta reelección, y cuyo desenlace enfrenta a la subsistencia de
la Democracia nacional, o la continuidad de un apostador en el poder.
* Constitucionalista y docente universitario
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