UN PRESIDENTE QUE HABITA EN EL
PICACHO
* por José María Cabrera
Inscrita en una
de las paredes que resguarda el patio principal de la modesta casa donde vive el ex
Presidente de Bolivia, Jaime Paz Zamora, se lee el versículo de Isaías 33, 16
referido a la promesa para quien hubiese conducido su vida con rectitud: “habitará en lo
alto, tendrá su fortaleza en un picacho rocoso con abasto de pan y provisión de
agua”; lo que es paradójicamente coincidente con el bellísimo picacho de
la campiña tarijeña donde se encuentra la casa, rodeada tanto de vecinos
panaderos, como de las serpenteantes aguas del río Guadalquivir.
Ningún gobierno dentro
de un sistema democrático, se encuentra exento de la controversia y el severo
señalamiento de la oposición, pues en eso precisamente consiste la Democracia,
y el gobierno del ex Presidente que gobernó Bolivia entre 1989 y 1993, no fue
la excepción a esta regla, pues fue objeto de muy serios cuestionamientos,
tanto así que posteriormente tuvo que hacer el reconocimiento público de “haber
cometido errores, mas no delitos”.
Sin embargo de ello,
Paz Zamora, que acaba de cumplir 83 años y sortear favorablemente un serio
inconveniente de salud, representa para todos los bolivianos una rara avis,
y ello por más de un motivo, entre algunos: ser el último Presidente elegido
democráticamente que no repitió mandato y que pudo concluir y traspasar el
poder a su término, no haber acumulado muertos en protestas durante su
gobierno, puesto en práctica los nombramientos por 2/3 parlamentarios que establecía
la Constitución, abierto la era de los mega campos gasíferos al haber alcanzado
mediante la propia YPFB la formación de Huamampampa en el campo gasífero San Alberto, la aprobación de la Ley Safco que hasta hoy
dicta la manera de administrar el Estado, la ratificación del Pacto de San José
de Costa Rica y la jurisdicción de la CIDH en Bolivia en materia de DD.HH.,
haber salido a recibir en persona a la 1ra. Marcha Indígena por la Dignidad y
el Territorio de los pueblos del oriente, y la obtención del Puerto de Ilo en
el océano Pacífico.
Otro signo
particular de Paz Zamora, es el de ser un ex Presidente que no está preso,
exiliado en el extranjero, ni en curso de enjuiciamiento por causa de sus actos
presidenciales; situación que es tremendamente inusual en toda nuestra historia
nacional, donde la regla para el destino de los ex Presidentes es precisamente
la contraria.
Ahora bien, habida
cuenta de todo esto, y más allá de las grandes simpatías y ácidas discrepancias
que genera Jaime Paz, ¿cuál es el valor y mensaje que él y su presidencia puede
representar para la Bolivia de hoy, y sobre todo para nuestra juventud?
Sin duda alguna es el
hecho de su reivindicación constante de que la causa nacional principal, debe
ser la preservación y desarrollo de un auténtico sistema democrático, donde
entre el gobierno y la oposición de turno, existan mínimos estándares de
respeto y tolerancia, pese a sus radicales diferencias ideológicas, puesto que
el emprender una lucha sin cuartel y de aniquilamiento del bando contrario,
finalmente avizora un desenlace muy bien conocido por nuestra historia nacional,
consistente en el ejercicio recurrente a la violencia política, la ruptura del
orden constitucional y finalmente el descarte del sistema democrático para
conducir el destino de nuestra Nación, imponiéndose simple y llanamente la ley
del bando más fuerte, y ello de manera siempre precaria y provisional. Esta receta
antidemocrática resulta, además, intrínsecamente injusta, éticamente inmoral, y
pragmáticamente ineficiente para alcanzar niveles de desarrollo y bienestar.
Ese el testimonio y
la prédica de éste excepcional ex Presidente boliviano hacia todos los
bolivianos, sobre todo para los jóvenes. ¿Estaremos dispuestos a reconocerlo?
*
Constitucionalista, Profesor de Derecho,
y
ex Procurador General del Estado