¿SEGUNDO O TERCER PISO?
El meollo del asunto está en cómo concebimos y entendemos a la
democracia en Bolivia.
* por José María Cabrera
En ciertos países como EEUU y China, el piso en el nivel
del suelo es la “primera planta”; y el piso de encima es el “segundo piso”. Por
el contrario, en la mayoría de los países de América Latina y Europa, el piso
situado en el terreno es la “planta baja”, y el piso de encima, la “primera
planta”.
Paradójicamente en Bolivia, un aspecto de tanta
trascendencia como la definición de la posibilidad de la reelección
presidencial ha devenido en la misma lógica, aplicada para la nominación del
“primer piso” antes referido. Pues don Evo Morales sostiene que está ejerciendo
recién su primer mandato, con la nueva Constitución. Por el contrario, la
oposición afirma que ésta es su segunda gestión, y su postulación para un
tercer periodo, constitucionalmente, ya no le estaría permitida.
A esto ha quedado reducido el debate nacional sobre la
reelección presidencial, a una simple convencionalidad en cuanto a la
nominación de los mandatos presidenciales, desprovista de ideas de mayor
consistencia y envergadura. Sin embargo, la cuestión de la reelección
presidencial, sobre todo en la región, no es tema de poca monta, sino fiel
reflejo del cariz y la idiosincrasia latinoamericana en el marco del fenómeno
conocido como “Caudillismo”, y que precisamente ha sido el leal compañero de su
atraso económico y cultural.
No es una mera cuestión de cómo computamos los mandatos
ejercidos por un presidente en ejercicio, sino más bien de cómo concebimos y
entendemos a la democracia en Bolivia. Lo cual automáticamente nos llevará a
que tomemos posición en pro de las ideas de alternancia política, renovación de
liderazgos y, ante todo, con relación al esencial principio constitucional de
la separación de poderes.
Cabalmente, ésta fue la razón por la cual la Corte
Constitucional de Colombia, hace ya tres años, mediante un histórico fallo,
dispuso la inconstitucionalidad de un tercer mandato consecutivo del entonces presidente
Uribe, señalando que el tolerar la posibilidad de una extensión tan prolongada
del presidente en el Gobierno rompería el necesario equilibrio y contrapeso de
poderes, diseñado y contenido en la propia Constitución, como la base del
gobierno democrático. Similar razonamiento llevó a la democracia
estadounidense, cuna del sistema presidencial, a restringir el tercer mandato
de sus presidentes a partir de la denominada Costumbre Washington.
Estas sólidas convicciones democráticas e ideológicas
son en realidad las que justifican la restricción a cualquier presidente para
extender su mandato a un tercer periodo consecutivo, y de ningún modo la simple
y meramente convencional consideración de si en Bolivia llamamos a un
determinado mandato ya sea segundo o, tercer piso.
* Constitucionalista, y Profesor de
Derecho
https://www.la-razon.com/autores/jose-maria-cabrera-dalence/